Pregúntole yo a un amigo al cual considero intelectual:
“¿Que opinás si digo que EL POETA ES POETA PORQUE PIENSA CON EL ALMA Y ESCRIBE CON EL CORAZÓN?”
“Es muy cursi”, comentó él al pasar e indiferentemente, cual físico nuclear escupiéndo el número de electrones que rodean el núcleo de un átomo de helio.
“Pero...por qué es cursi?”, le recriminé yo. “Quiero decir que el poeta lo es porque se sintoniza con un plano que trasciende lo meramente racional. Es aquel que no construye un trozo de literatura con la única herramienta que le proporciona su intelecto. Apela también a su alma y a sus intuiciones. Si tiene dos ojos, se vale de ambos.
Además, el poeta escribe con el corazón. Pero no el corazón como “voy a comerte el corazón a pura pasión” o “mi corazón es tuyo para siempre”. Te hablo del corazón como un centro pulsante del individuo que tiene su contraparte física en un órgano que mantiene viva a la materialidad humana. El corazón como núcleo de la vida.”
La conversación derivó en un discusión amistosa sobre el sentimiento y la razón, sobre cómo el corazón no es sinónimo de sentimentalismo o mera emoción, etc...
Pero, si en algo nos pusimos de acuerdo, es en que con tanta historia cultural a nuestras espaldas, ya no sabemos si al decir una palabra nos guiamos más por su significado o por su connotación más popular.
jueves, agosto 02, 2007
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